Juegos Sensoriomotores
JUEGOS SENSORIOMOTORES: La clave para el desarrollo en la primera infancia
Descubre cómo actividades simples y económicas pueden estimular a los más pequeños, favoreciendo su aprendizaje y fortaleciendo el vínculo familiar
¿Habías oído hablar de este tipo de juegos? Desde el nacimiento, una de las principales preocupaciones que asaltan a los padres, es cómo estimular de manera positiva a los más pequeños. Nos inundan las dudas sobre qué materiales ofrecer que sean beneficiosos y que favorezcan su desarrollo.
Los juegos sensoriomotores, están destinados a facilitar, a través de los sentidos, el uso del movimiento y del cuerpo, el descubrimiento de nuestro entorno y de cómo relacionarnos con él. Puede desarrollarse a partir de movimientos gruesos, en los que intervienen grandes grupos musculares, o de movimientos finos, donde se llevan a cabo movimientos de mayor precisión.
Todo ello, permite a los más pequeños coordinar sensaciones y establecer esquemas, ajustando movimientos y acciones, y facilitando un correcto desarrollo.
Desde la Escuela Infantil El Valle consideramos esencial la estimulación a través de este tipo de juegos, los cuales utilizamos en nuestro centro desde la primera infancia, adaptándolos al momento evolutivo en el que nos encontramos en función de la edad. Además, cabe destacar que, para este tipo de actividades, no son necesarios juguetes caros ni actividades complicadas. Algunos de los ejemplos más sencillos para hacer en casa son:
– Jugar con agua: Llena un recipiente con agua, y deja que los más pequeños salpiquen, hagan trasvases a otros envases o introduzcan objetos. Además de agua, se pueden explorar otras texturas: arena, harina, etc.
– Crear recorridos psicomotores: Se pueden inventar circuitos tanto en el exterior como en casa, en los cuales, los niños tengan que ir de un punto a otro atravesando diferentes obstáculos o texturas: fila de cojines, saltos, pasar por debajo de una silla, etc.
– Espejos: A los más pequeños les encanta mirarse, descubrirse y observar su movimiento. Además, estaremos facilitando el autodescubrimiento y el autoconocimiento.
– Sonajeros caseros: Podemos crear botellas sensoriales llenando recipientes con arroz, pasta o botones. Descubriremos diferentes sonidos a través del movimiento de estos.
– Pintura de dedos: Con ella podemos pintar sobre papel continuo, hojas de periódico o un sinfín de materiales. Además, puede hacerse en el suelo o también sobre la pared para trabajar también el plano vertical. También se puede aprovechar para utilizar diferentes partes del cuerpo: manos, dedos, pies…
– Construcciones: Aplicar bloques implica movimientos precisos, por lo que con ello trabajamos la motricidad fina. El tamaño y el tipo de bloque vendrá dado por el momento evolutivo en el que se encuentre el niño.
Debemos tener en cuenta que, para cualquiera de estas actividades, será necesario ir siguiendo el ritmo de los más pequeños, puesto que cada uno tendrá su propia velocidad de aprendizaje. Por ello, debemos ser pacientes, involucrarnos en el proceso y crear espacios seguros que faciliten el aprendizaje a través del disfrute, el descubrimiento y el juego compartido. Este tiempo de calidad entre adultos y niños creará, además, vínculos sanos y positivos a través del juego.