La importancia de poner límites en la educación de los niños
Por Begoña Domínguez
El establecimiento de límites y la disciplina son necesarios en la educación de los más pequeños, procurando que haya siempre un equilibrio entre la permisividad y el autoritarismo.
Desde la Escuela Infantil El Valle de Alicante, intentamos educar a los más pequeños sin mostrar que haya siempre una excesiva permisividad, ya que el niño puede no distinguir lo que está bien de lo que está mal y que actúe según le apetezca, de forma egocéntrica y desobediente.
Por el contrario, si los tutores y profesores mostramos un exceso de autoritarismo, podemos provocar que los niños sean demasiado influenciables por los demás y por tanto, originar problemas de autoestima. Por eso nos gusta recalcar a los padres que a la hora de educar es importante tener paciencia y amor, mucho amor.
¿A qué edad es razonable establecer normas?
La respuesta está clara: cuanto antes mejor. Cuanto más pequeño es el niño, más fácil es dejar claro que los padres son los que deciden en casa. Las reglas tienen que ser pocas, claras y adecuadas a su edad y capacidad, razonando (sin excederse en explicaciones) el por qué pueden o no hacer algo. A esta edad imitan más los comportamientos: Por ejemplo, si los padres cruzan siempre la calle cuando el semáforo está verde, ellos harán lo mismo.
Las instrucciones deben estar bien definidas para que al niño le quede claro qué se espera de él. Por ejemplo, es mejor decir “Quédate sentado en la silla durante la clase y en silencio mientras dura la explicación” que decirle “Pórtate bien en clase”.
No conviene dar al mismo tiempo un número excesivo de normas, es más eficaz dar pocas instrucciones e ir exigiendo poco a poco. Es necesario que ambos progenitores estén de acuerdo en los límites a establecer. Si existiera desacuerdo se debe discutir sin que el niño esté presente. Se debe ser firme pero afectuoso y respetuoso, evitando la agresividad a la hora de imponer las normas, puesto que los niños aprenden del adulto la actitud social.
¿Es apropiado castigar a los niños?
Cuando se han instaurado unos límites es necesario exigir que se respeten mostrando aprobación o desaprobación en cada caso. El niño debe saber que, cuando no se respetan los límites, hay consecuencias y éstas deben ser inmediatas y proporcionales a la gravedad de la falta cometida, debiendo conocer el motivo de la sanción. Ésta tiene que ser aplicada siempre que ocurra la falta, sean cuales sean las circunstancias que la rodeen.
La amonestación debe realizarse sin enfado, usando un tono de voz tranquilo y mostrándole que, a pesar de haberlo hecho mal, se le quiere mucho, aumentando
así su confianza en sí mismo y en sus padres. Existen formas que son eficaces e inocuas, como por ejemplo retirarle algunos privilegios cuando no cumple con sus obligaciones, apartarlo un rato del lugar donde se divierte a otro más aburrido para que reflexione sobre lo ocurrido y retirar la atención de los padres ante conductas inadecuadas.
¿Es recomendable premiar a los niños?
Las recompensas, si son oportunas, son mucho más recomendables que los castigos. Al premiar al niño por lo que ha hecho bien se le estimula a seguir por el mismo camino. La mejor recompensa que puede recibir el hijo es el cariño, el reconocimiento y la aprobación por parte de sus padres. El premiar gratuitamente, sin ningún esfuerzo por parte del niño, hace que el niño tenga actitudes pasivas y perezosas. Como ocurre con el castigo, el premio también tiene que ser proporcional al esfuerzo.
En resumen, todo el mundo está de acuerdo en que poner límites es bueno, pero ¿a quién le resulta fácil hacerlo? La dificultad no reside tanto en pronunciar el no como en sostenerlo a pesar de la insistencia y el pataleo de los hijos. Lo bueno de marcar límites es que “no sólo se indica por dónde no se puede caminar; también se definen los espacios por los que sí se puede”.